viernes, 8 de abril de 2011

POETICA, PERDIDA O LIBERACION

“La guerra es dulce para quienes no la conocen”. Píndaro.

Libérame Señor de la rima, asonante o consonante, y dame el ruido continuo y monótono de la lluvia sobre el techo de zinc de mi infancia. Libérame Señor del avaro conteo de silabas, de esa aritmetica infame que traba y encadena, y regálame el verbo continuo como un hilillo de sangre, un arroyo sonajero y cristalino, o un río turbulento de aguas furiosas. (Abandoné la poesía, hembra esquiva, no por marchita, ni ajada ni por sus muchos amantes, [es inmortal y siempre virgen], la abandoné porque los años me atenuaron las pasiones, los delirios, los afanes, y busqué en la prosa una amante razonable, hembra madura, tranquila, sin apuros, para vivir no el destello o la pasión insaciable, sino el mero vicio o la pequeña perversión insobornable). Indúltame Señor del castigo del verso, de su brevedad lacónica que pontifica en busca del mármol, el laurel, la memoria o el beso, y bendíceme con la libertad absoluta de la humilde prosa, con su palabra desatada, con su oleaje y su embriaguez de tumulto de voces, letanías y murmullos, con su incoherencia, su laberinto subterráneo, con su secuencia palpitante, con sus largas agonías y sus silenciosos demonios. (Me tomó efebo, vivió en mí y me enseñó el amor y el desamor, la nostalgia, tiempo hubo en que cada noche la tocaba con sensualidad de fauno o ansiedad de naufrago, fue confidente y cómplice, me enseñó a seducir y también a olvidar. Pero los tiempos cambiaron y el crepúsculo se hizo carne infiel y la negué tres veces y abrí la puerta a la última fuga). Quitame, Señor, el peso de la estrofa, daga o espada que mutila, corta, saja o detiene, y brindame el don de la frase extensa y sinuosa como lana o serpiente. Rescátame Señor de lo sublime, del éxtasis de la iluminación o la revelación, y abrúmame de lo cotidiano, del detalle y el fragmento, del exceso, del horror al vacío, a la superficie desnuda, a la armonía lineal geométrica, dame el entendimiento para hacer predominar el significantes por sobre el significado, para desenterrar los asombros de los significantes puros, sin significación. (Trasegué de los versos de un capitán al otoño de un patriarca, dejé de ser el que me gustas cuando callas porque estás como ausente, / y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca, para ir a ser aquél que se sintió más triste, más solo que nunca en la soledad eterna de este mundo sin ti, mi reina, perdida para siempre en el enigma del eclipse, fui desde el recuerdo que emerge de la noche en que estaba, al niño que se congeló en el perplejo.) Extírpame Señor la pretensión de un orden divino, sonoro y misterioso, y húndeme en el caos elemental y terrestre, sin solución de continuidad ni místicas leyes secretas. A ti confío, Señor, en esta hora oscura, mi voz entera y mi búsqueda infinita. Vale.

Referencias, (en cursivas), por orden de aparición:

El campo conceptual del (neo)barroco (Recorrido histórico y etimológico). Pierrette Malcuzynski

Barroso y sublime: poética para Perlongher. Marcos Wasem

Poema XV. Pablo Neruda

El Otoño del Patriarca. Gabriel Garcia Marquez

La Cancion Desesperada. Pablo Neruda

Paradiso. José Lezama Lima

Imagen: “Marat assassiné”, Jacques-Louis David, 1793.


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