viernes, 2 de diciembre de 2011

AMY JADE WINEHOUSE

In Memoriam. Londres, 14 de septiembre de 1983 – ibídem, 23 de julio de 2011.

«Todo lo que Amy hizo, lo hizo en exceso: tomó en exceso y también se desintoxicó en exceso». (i)

Como fue que te pilló ese julio en que me borraste ese mismo tu día fúnebre la fosforescencia de Madonna, y su voz y sus destellos de diva cotidiana. Como fue hembra celestial que tenías que venir a torcer las bocas de las pequeñas hormigas que llenan las calles con sus paraguas y sin tus coloridos quitasoles, con tu pelo largo y negro en peinado sesentero, tus ojos recargados de rimel egipcio, tu boca de labios sobrepintados, tus tatuajes que convertían tus brazos en delgadísimas serpientes graffiticas, tus piernas huesudas bajo tus antiguos vestidos floreados y tu voz sesgada de rhythm & blues, de jazz y rock & roll, de ebria drogadicta que va derramando su tristeza huraña por las calles. Tu voz de pantano, de paria intocable, de sirena ciega o extraviada. Tu voz como un vértice fluctuante, la canción extendida e infinita que sobrevolaba siniestra sobre tu vida. Viviste en un territorio ajeno, de rojas amapolas de heroína, de verdes campos de marihuana, de árboles con los frutos prohibidos del éxtasis y la cocaína, de delirantes mariposas de ketamina y cristalinas vertientes de alcohol. Ahí en ese julio quedaron tirados los arcos de tus cejas, el desparpajo del piercing como un lunar de hembra bailaora al lado de tu boca, las brasas de los volcanes heridos de tus ojos sin mirar, el vaho de tu aliento negado a los espejos. La muñeca rota, quebrada en el feroz gambito de Dama. Que importa si fue una sobredosis o la ultima gota de vodka de tu vida rebanada por el tallo, sin raíz, que importa ahora si se te fue la voz con las palomas inquietas de tus manos tras unas luces estroboscópicas de colores absurdos e irreales. Como fue que esa noche se cerró tu canto sobre ti misma, flor inversa de perfecta primavera. Como fue que se cerró la marca de tu oscura melancolía que hacia girar y girar tu cuerpo de niña escuálidas en torno a ella como un eje, un centro que atravesaba los suburbios y las dehesas de las abejas. Que llantito de pena habrás llorado en esa soledad volteada en el piso alfombrado que te traía de bruces a los escarpes del Estigia, con el ruido de un agua vertida al pasar con la ultima bocanada de humo de tabaco huyendo de tu boca ya sin canto para ir a asumir la serenidad secreta de las esfinges. Estarán todavía aullando los perros de la luna allá en esa noche de ese julio final e instantáneo, quizás no inesperado, sin la comparsa ni el blue de los tugurios o las risas del patio del colegio, ni la abrumadora luminosidad mentida de tus tumultuosos escenarios. Seguirás ahogada para siempre en tu último naufragio.

(i) El padre de Amy Winehouse.

Rehab, en su voz. http://www.youtube.com/watch?v=KUmZp8pR1uc&feature=relmfu

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