domingo, 11 de diciembre de 2011

A KELE YOYO

Hay maripositas que vuelen de lao, barcos escorados con sus velámenes rozando las espumas, ojos donde se reflejan solos los azules prístinos, laberintos expuestos en las maderas de la calles mas antiguas donde el comején instaló sus breves ciudades, un candil siempre encendido porque su llama es de mentira y solo alumbra de día, delicadas lagartijas de sonrisas amarillas, arcones con muchos mapas para llegar al mismo tesoro, un tigre caucásico de pestañas muy arqueadas, el silencio de los cementerios atrapado en una pequeña botella de color amatista, hay un collar de alas de cucarachas hilvanadas con un hilillo de telaraña, un cono de luz de un poste de alumbrado de hierro forjado con un farol de gas bajo el cual bailan tango dos compadritos, altas copas de bronce sin escanciar, un macetero con geranios negros, una mariposa nocturna conservada en un cubo de hielo transparente, los primeros treinta y siete números primos escritos en una tablilla de barro, un dado de hueso de perro en un cubilete de cuero de gato, guirnaldas de libélulas atadas a orquídeas atadas a lianas atadas a los troncos de los manglares, hay placidos días con la lluvia a boca de jarro, cocodrilos durmiendo boquiabiertos en las arenas del bajío, sepulturas fosforescentes con coronas de papel de colores, violines aferrados a una misma sonata, eñes ocupadísimas por años en llenar de sueños las palabras de todos los otoños para los niños que juegan en los cañaverales, iridiscentes burbujas de jabón correteadas por la brisa de la primavera por el jardín de rosas de la Maga, cirios iluminando el humo del incienso en el funeral de un Vizconde muerto de amor, un cenicero de lapislázuli en el que su veteado reproduce la primer gran ola del maremoto de Lisboa del día de Todos los Santos de mil setecientos cincuenticinco bajo un sol de pirita, hay amapolas ensoberbecidas en sus rojos atávicos, cristalerías tintineando fanfarrias de carnaval veneciano, un yunque de oro, una daga de ópalo, una chupalla de paja, un capullo color anaranjado de la mariposa de las seda con la crisálida equivocada, puntas de flechas de obsidiana usadas en la defensa de Tecnochtitlán, remolinos de papel plateado girando como espejos estroboscópicos, un parque bordado con la algarabía de las rondas infantiles, una duna de arena vitrificada en la memoria de todos los alcatraces que la sobrevolaron con la esperanza de la mar, y hay muchas maripositas que vuelan de lao.

1 comentario:

  1. y espero que las maripositan sigan volando de lao, tratando de meterse en una burbuja desdeñosa,para que la Maga ria de felicidad acariciando sus rosas...una mariposita llego y rio

    Hilda Breer

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