miércoles, 14 de marzo de 2012

TRIBUTO

Para K. con la admiración de siempre.

Sé que cae la noche sobre la comarca de su piel entumecida sin el vaho de un aliento recorriendo sus relieves y sus selvas hirsutas, sin una voz elucubrando razones y sinrazones sobre las penumbras, luces y sombras de sus territorios tibios, de las húmedas profundidades de su cuerpo, de sus sensibles turgencias. Pero así Ella lo quiso. Matriarca y dueña de sus lares perdidos o abandonados, sin pena ni miedo, para ir a buscar sin mapas ni astrolabios el destino sin amarras ni puertos, llevada por las brisas, vientos y ventoleras de sus íntimos designios. Habitante de un terruño sin coordenadas, sin lugar ni toponimia, pero con todos los árboles y los pájaros posibles, con sus cisnes y sus gatos, con todos los jardines florecidos que miraron y miraran sus ojos pardos mezcla de verde y marrón claro no verdosos, pero misteriosamente azules. Emperatriz del pequeño imperio de su libertad absoluta, con sus esplendores y sus penumbras. Ostenta el viento y el canto de las aguas, las alturas nevadas de un pasado sin años, la soledad de las sabanas y la orilla del río de los camalotes, dueña de galaxias, señora desde siempre de sus extensos y antiguos dominios, grutas y castillos, arenas y bosques donde los lobos aullaban en las noches de alta luna blanca redonda rodando en el terciopelo azul muy oscuro de su cielo continuo, vacío y esférico. Una luminosidad crepuscular difumina las siluetas en sus memorias, esos destalles que los distinguían hasta que se fueron corroyendo, erosionando, desgastando por el pequeño olvido la perdida de los rasgos y de los ademanes. Ese grato olvido que limpia los días y los años del sarro bituminoso del odio o del pecado. De sus travesías oceánicas vuelve una y otra vez con sus hondos reflejos en los espejos instantáneos, con su imagen de diosa avispa virgen, intocable. Ubicua entre germanos y caribes y gauchos y compadritos, de charreteras, entorchados dictadores, de un arte de palabras y gestos, de voces, de muchas voces instauradas en sus ecos en los escenarios del tiempo. Y las tardes lejanas reconocen en el fulgor en esos mismos ojos verde tirando a un azul insoportable el impenetrable barroco porteño de un Piazzolla con su Adiós Nonino escurriéndose por las memorias más antiguas que el mismo tango de los quilombos y las tanguerías y de las carteleras de fierro de la Plaza Constitución con su aviso de cigarrillos rubios del viejo poeta ciego que caminó por las mismas veredas quizás por esos mismos soles. En fin, poseedora sin Dios de su particular Universo y de la sabiduría de quien ha visto de cerca y de lejos los horizontes, las estaciones, los vislumbres de amaneceres y ponientes en el largo hilo de seda del barroco luminoso de su vida, desde siempre con el alma en paz y el corazón incendiado. Vale.

Fotografía: Hilda Breer, 2012.

3 comentarios:

  1. Gracias F, en nombre de K, muy buen texto, algo confuso con el color de los ojos, fiel a tu estilo además de barroco "dual"

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  2. Hoy es 8 de Julio del 2013...Repasando encuentro este hermoso escrito y realmente me gusta mas que antes porque? Porque siempre permanezco fiel a mi misma, a mis ideas y a mis amistades....Gracias nuevamente querido amigo..

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