lunes, 1 de octubre de 2012

NADA DE LOS DULCES OJOS TRISTES

Qué de mitologías perdidas en los palimpsestos del tiempo, de mi tiempo, de mis años, cuantas arqueologías enterradas en las arenas ardientes de la memoria como fragmentos irreconocibles pero aun latentes de las voces que se me venían de bruces en los atardeceres de ese pasado casi mítico y que en su momento fue urgido laberinto y ahora es una mera estepa donde aúllan a lo lejos, muy lejanos, lo lobos sangrientos de los recuerdos. Y todo porque amaneció con una llovizna suave, esas garúas que me llevan a mi infancia, a esos años felices, y también como siempre toda lluvia me trae tu presencia, esa tristeza que vaga por tus ojos de niña ausente y solitaria. Y te veo también como siempre hermosa y sensual, te miro y remiro tantas veces como vicio, con detención, con detalle, con hambre de macho viejo, y por Dios niña mía que te ves deseable, no puedo evitar decírtelo así como en silencio, como para que no me escuches y no te asustes, con cariño, con respeto sospechoso, con los deseos vivos de acariciar tu cuerpo siguiendo con mi tacto cada una de esas dunas turgentes y cada uno de esos valles tibios, cuencas y colinas cuyas íntimas geografías recorrería con mis labios para trazar el mapa de mis propios deseos y de mis más perversas fantasías, solo iría así besando y lamiendo y tocando y acariciando esa sensualidad penetrante que es el sueño de un habitante extraviado en La Casa de las Bellas Durmientes. Pero debo cuidarme de ti niña reina solitaria, de tu tristeza continua y resistente a la risa, a las flores, a la desatada primavera, de tu cuerpo incesante que me atrapa, me cautiva, me incita y me instiga con su ingenuidad sensual explicita como la luna llena y su sexualidad implícita como el pecado original en el contraste majestuoso entre el negro que cubre y se adhiere a tu cuerpo revelando sus misterios de hembra deseada, y la delicada palidez de tu piel incorruptible. Porque eres linda niña, más aun cuando te iluminan los deseos de los machos de tu entorno, y vuelves a ser virginal y voluptuosa, única entre todas, la Dama de los Dulces Ojos Tristes, sueño de lobos en celo y de viejos poetas solitarios. En ti podría volver a vivir, a fluir, volver a ser parte del todo mientras te halago con mis tiernos cariños y mis turbulentos deseos, no obstante mis arcaicas mitologías enterradas en las arenas del tiempo, de mi tiempo.


1 comentario:

  1. Es para leerlo y releerlo......cada palabra ,cada coma,cada vocal que suenan a musica barroca del medioevo....
    Maria Del Carmen

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