miércoles, 9 de octubre de 2013

OLEO DE MUJER IMPOSIBLE


Si toleraras una tarde ilícita que yo alcanzara con mis ojos tu tímida y esquiva desnudez encubierta, estaría horas haciendo el inventario cromático de tu dermis, creando el catalogo de sus tonos posibles en las dos dimensiones del color: el tinte y su valor claro u oscuro, combinando un tierra con predominio de amarillo, un poco de azul de ultramar, rojo mediano y amarillo mediano o de cadmio, un naranja medio y un poquito de blanco, o simplemente un rosa bajo combinado con café, hasta converger riguroso en el color de tu singular carnación. Si me dejaras con un dedo, el solo dedo del corazón dibujar tu cuerpo desnudo en toda la extensión voluptuosa de tu ser, ir delineando las curvas sinuosas de su tibieza quieta o dormida, perfilar las turgencias de las cumbres veladas por el candor de doncella en su castillo inexpugnable, contornear las comisuras, los bordes, las orillas de aquellas concavidades prohibidas, esbozar lo que no dejas ver por pudor, recato o coqueto juego de velos y tules incitantes. Si me permitieras en ese atardecer de tranquila penumbra pintar con un hiperrealismo salvaje, febril pero contenido, poro a poro la superficie entera de tus ocultos y vedados territorios insulares, e ir esparciendo con el tierno meñique los pigmentos que declaren con precisa certidumbre los innumerables matices de tu piel, colorear con rosa carnal, palidez lunar o bronceado solar, con oscuro furioso o claros castaños, quien sabe, o con las gradaciones de la miel que reproduzcan los íntimos aromas florales que difuminan tu escorzo desde un lejos posible. Si accedieras a que con mi índice pudiera sombrear los claroscuros de tus mórbidas dunas y tus tersos valles glaciares, entintar mi dedo anular en la humedad secreta e inviolable de tu cuenco cauce vértice y vórtice para fijar en los acrílicos del deseo y los oleos de las ansias el sabor exacto que guardaré para siempre en mi memoria de huraño pintor de tu clandestino retrato. Si consintieras que mi pulgar te toque al trasluz para buscar en tu espalda vértebra a vértebra sus arpegios escondidos, los sonidos más graves y profundos que nacen de tus estremecidos insomnios, o escurra palmo a palmo con sigilo reverente por toda esa armonía inquietante de Maja o Venus adormecida en plácidas penumbras, entonces, ya consumado el rito del furtivo roce sobre tu sagrada piel de vestal intocable lamería la yema de cada dedo con fruición para saborear en plenitud toda la esencia de ti.

1 comentario:

  1. Ritual de sensaciones donde los sentidos aparecen a flor de piel y es que la desnudez que pierde la timidez, florece bajo el tacto de los dedos.

    Hermoso texto!!!

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