jueves, 3 de octubre de 2013

PRIMAVERAL IN SITU


Te beso adormecido en el borde canto de tu boca. Llueve. Permaneceré contigo esta noche de fría primavera, te acariciaré dulcemente, derramaré en ti mis ternuras guachas, mis cariños huérfanos, mis sueños de amor inconsumados,  y después de la medianoche me haré el niño dormido entre tus brazos para que experimentes en mi boca tuya esas otras maneras de besarme que me prometiste quizá en medio de una floración insensata. Pero así será. Y haciéndome el dormido me dormí envuelto en tus tibiezas esperando la mañana que llega con el mismo frío del sin ti, ha dejado de llover, hay jirones de cielo azul entre las nubes muy blancas. Amanece un soleado día brillante aunque frío en sus vidrios recienvenidos, el esplendor de la primavera abarca la mañana, atiza el alma con su renacer impostergable, perenne, con la evidencia de un ciclo continuo de vida y muerte, con la esperanza, otra vez, del verde pasto y los ramajes enverdecidos, del florecimiento de las magnolias, del estío caluroso y sensual, de los frutos jugosos como besos tuyos, de la vendimia y sus dulces vinos, del que vendrán otras lluvias para volver a pensarte más allá de esta primavera. Ya cabalgamos por los pastos renacidos que ya preparan sus mullidos rincones donde nos amaremos como dos bestias salvajes. Y se me vienen los perfumes florales que te sitúan tan cerca que puedo cerrar los ojos y seguir sintiéndote aun sin tocarte, o volver a sentirte (recordarte) una y otra vez cuando huela ese mismo aroma en cualquier lugar o año, siempre entre estío e invierno. La tarde está quieta, cristalizada, como si contuviera su respiración para no asustar la primavera que ya viene entrando, yo me acomodo entre tus pechos, amodorrado y tierno como un bebé que no quiere crecer y perderte. Acecho tus labios crípticos como un enardecido fauno primaveral, y te beso sin tocar tu boca, inmortalizando ese deseo tantálico, urgir las imposibilidades de la carne y contener las vehemencias de la piel, ir mas allá del deseo y del acto, morderme los labios en un beso sangriento sin tocar tus labios deseados. Cuando ya te pensaba perdida de mí para siempre te veo venir con ese aire rebelde de tu pelo (mío) y tus lentes de intelectual parisina, así de negro (luto por mi ausencia, me imagino), y recupero esas sincronías primaverales que me permiten besarte calladito cuatro veces en las fotografía. Escucho un eco lejano y juvenil parafraseando un verso eterno: Es tan corto el amor, y es tan largo el deseo. Entonces comienzo a esperarte en la primera esquina de esta primavera, a la salida sur de tus sueños.

3 comentarios:

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    1. Fernán: he leído este textos varias veces para saborearlo con absoluto placer, texto que siento relato en el que no me pierdo desde el principio en "primaveral in situ" hasta ese final fascinante "a la salida sur de tus sueños".

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