sábado, 11 de enero de 2014

DESCONCIERTO PARA PIANO Y TUMBADERAS


Suite “Sonidos desde la Habana Vieja”

“No es en vuestro cordaje de morados violines / donde la noche golpea.” Noche insular: jardines invisibles. José Lezama Lima

Yo venía por el borde cóncavo de tu voz atravesando sigiloso las comisuras, dejando de lado tus labios a pesar de su íntimo sabor a hierbabuena, vi desmoronarse el cauce de los caracoles y la magnolia que albergaba las salvajes mariposas, un oleaje furtivo coincidía en el relámpago, en la furia somnolienta de los otoños, en la desolación del viento que cuajaba en las arcillas congeladas, oí el crujido del agua en su vertiente como el susurro de una tierna divinidad enmascarada, el rugido intermitente de los minerales habitando en su cristalizaciones el caliche endurecido, los pasos errando los senderos de las piedras, un eco reflejado en la cuadricula horizontal de las pircas inmemoriales, tenté la textura de todas las cortezas, de las ágatas entre espumas, del espacio pequeñito que deja tu boca cuando sueñas. Cautelosa mi mano quiso tu mano como un insecto la luz desatada, gema, bronce o caobas me fui devorando por el laberinto de tus dedos, tus uñas en jardín de bruñidas pedrerías carmesí, rojos intentos de la fugaz caricia en su huida de salamandra u orquídea, uvas de vino dulce que buscan en la ebriedad ciega  o dormida el verbo que se despliega en ronca perfidia por los atardeceres que van coloreando las casitas allá abajo hasta que van encendiendo sus luces de mentira los barcos a la gira en el fondeadero del terciopelo nocturno. Una turbiedad de pájaros ausentes se va escurriendo desde tu voz por el abismo de los presentimientos, se deshace en una anilina tenue que diluye las siluetas, la finura de las garzas y los huesos incrustados, una turbulencia que arrasa los templos donde se veneran los ojos que te miran mientras te alejas por los bosques de los castaños siguiendo las iridiscencias de las libélulas o las joyas encendidas de misteriosos escarabajos. Dejo tu rumor inconcluso, deletreo el canto visible de las falanges y las yemas, abrevo en la párvula oquedad de sutiles metacarpos subterráneos, cerco brumas y penumbras, describo el arco que sostiene una vaguedad de cardumen o bandada, asumo las incoherencias y los destierros, me defino duro, frágil, amorfo y transparente como los vidrios de las copas y los ceniceros, escardo los surcos de florecidas malezas y quemo en tu honor las zarzamoras, vago agobiado de certidumbres por la orilla socavada de tu voz cruzando cauteloso el delineado sabor a menta de las comisuras, vadeando el albedo de tus labios para urgir en esta hora indisoluble de quieta medianoche tus párpados.

1 comentario: