viernes, 11 de octubre de 2013

CRONICA SUBTERRANEA


“nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto”
El jardín de senderos que se bifurcan. Jorge Luis Borges, en Ficciones (1944)

Detento el prodigio de la breve sombra que invade tus laberintos, tu secreto destino de enclaustrada penitente, en los albores de una epifanía que romperá tu alma vaciada de emociones entre los destellos de sus vidrios y sus frías porcelanas. Poseo la llave de la única cerradura que yace en la herrumbre de tus sueños nonatos, del vértigo de los acantilados nocturnos donde no te atreves al suicidio, de las marismas invadidas por los cangrejos de la soledad, de las llanuras donde duermen las grandes serpientes de tu cotidiano. Abro los cofres de tus joyas diminutas, esos tímidos besos adolescentes allá enfrente de la casa donde aún vive tu infancia de muñecas y de lirios, los baúles de tus peregrinaciones insensatas a los templos vacíos, a las tumbas sin nombre, a los lugares que un día se te hicieron primavera, los arcones de las mentiras que guardas como piedras pulidas por el insistente recuerdo, como los pétalos olvidados entre las páginas de un libro, como brillantes y hermosas monedas que ya no tiene valor. Sé que escribes en el polvo de los rincones los salmos de tus tristezas en un idioma vernáculo y confuso en el que nada es lo que nombras y que nadie puede descifrar sino acaso los que algún otoño te amaron, y aquel que detenta la magia de la breve sombra. Una tarde de violetas oculta el sagrario que custodia los pocos nombres que perfuman tus fugaces encantamientos de atardeceres marinos, de un río lento que arrastra los verdes fragmentos de una selva lejana y las arcillas de sus colinas en continua disolución, allí me instauro en las oquedades que han dejado tus nostalgias y ahí, musgo o liquen, invado ese lado sombrío de tu vida cerrada a las tupidas enredaderas del amor. Como un minotauro asustado recorro las galerías anegadas por el agua muerta que irrumpe desde las vertientes de todas las premoniciones con una alegría de flores amarillas, cogollos de toronjil, sahumerios de romero y una densa persistencia de gladiolos funerarios. Sombra breve me voy derribando los muros de arena, desaguando los pozos de las aguas atrapadas, derrumbando las arcadas que soportan el entero laberinto, accediendo paso a paso a todo lo que has sido o eres. No obstante, hay un antiguo tabernáculo de duro y tosco granito cuyo contenido nadie más que tú conoce y que, así está escrito en su sello, permanecerá cerrado incluso más allá del fin de tus tiempos. Sin que lo sepas voy trazando el mapa de esa trama subterránea de túneles silenciosos que dan una y otra vez a tu misma noche. Vale.

1 comentario:

  1. No se bien porque, pero este texto me ha emocionado. Felicitaciones por tu obra.

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