martes, 16 de marzo de 2010

GLIFOS

En el alba primera fueron meros pictogramas, rascaduras sobre piedras duras, piedra contra piedra, rayas, trazos, contornos, signos o sellos de altos dignatarios, sacerdotes o reyes, joyas en la transparencia de finas piedras, sodalita, magma, jade, cuarzos, turquesas, hematina, turmalina, piedraluna. El Demóstenes, el Mecenas, el Perseo y el Mercurio de Dioscórides, el Toro de Hilo, el Aquiles tocando la lira de Panófilo, la Medusa de Solón, la Minerva de Aspasio y el Julia de Evodo. Perfecciones de Juan el de las Cornalinas y Dominico el de los Camafeos, con sus ágatas sardónicas y sedosos ónices. Caprichos, quimeras, astríferas, escarabeos, símbolos del culto de ciertas sectas gnósticas, abraxas o basilidianas. Entalles en cornalinas, esmeraldas, amatistas, granates y lapislázuli. Incrustaciones de surcos que son recados en lenguajes misteriosos y perdidos o rostros sin nombres e imperecederos o historia socavada en rocas eternas. Inscripciones con sintaxis incomprendidas. Intramuros del tallador anónimo, en la trinidad instantánea; mano, buril y piedra. Intrascendencias de efímeros arcángeles mensajeros. Inoculaciones de vacíos lineales en un Universo material, concreto, coherente. Breves eternidades en bajorrelieve, tenaces burbujas espacio-temporales, quieta, eternas, indestructibles. Milenarias gravas desperdigadas esperando ungidos y curiosos traductores. Hermosas confirmaciones del Mecanismo de Antiquitera. Pulidas soluciones de Gödel. Premoniciones litográficas de la teoría de cuerdas. Significaciones absurdas, paradóxicas o bizarras que escapan del su aquí y ahora como navegantes atemporales. Instauraciones de marcas, huellas, rastros, vestigios, emblemas. Insolaciones en la piedra ardiente. Biótica logosilábica lacerando la lítica silente. Burilando encriptaciones, impunidades pétreas, creando fonéticas congeladas, únicas vencedoras del tiempo. Glifos, erodados grafemas sempiternos.

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