domingo, 24 de octubre de 2010

NAUTICA

Bajamares rastrillando el balastro de las playas muertas de arenas, incitación de caracolas y cangrejos, de luna reflejada en carenas y carabelas. Cizalles de aguas de sal sobre pedregosos litorales. Poligamias de cefalópodos entre sargazos o escolleras, algas y jibias copulando en verdiazules venusterios marinos. Preludios de monterías náuticas, paramentos y bizarrías. Dodecaedros horarios. Numismática malacológica, valvas, conchas y caparazones, las ocho placas calcáreas de chitones, cucarachas de mar o piragüeros. Ostiones peregrinos, argonautas pelágicos, pulpos, calamares, jibias y nautilos cavilando entre arrecifes de coral. Percebes y equinodermos. Ornitología de peces voladores y de mantarrayas. Orografía marina, archipiélagos y profundidades abisales, fosas e islas, arrecifes con un cielo de espumas y oleajes en rompientes. Poliandria de lamelibranquios, escandallos y encalladeros. Poliperos, fondeaderos, ostrales, varaderos de sardinas seducidas por las violentas marejadas. Escafandras, batiscafos, la turmalina de los aparejos y el bauprés del bergantín fantasma atrapado en el huracán de las Antillas, en el ciclón del golfo de Bengala, en el tifón de la bahía de Hokkaido, navegando a contraola, a barlovento, a destiempo, a pleno velamen para no alcanzar nunca las calma chichas de las aguas de la muerte. Anclas, boyas, alto bordos y amuradas, tajamares y rosas de los vientos alisios. Islas, las islas de las especias, la isla de los náufragos, la isla del tesoro, la isla Negra con sus ágatas marinas y su poeta que se cansa de ser hombre y entra en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza, matando monjas a golpes de oreja. El viejo galeón empavesado con las banderolas del Imperio y los gallardetes de piratas, filibusteros y corsarios. La brújula, el sextante y el astrolabio buscando latitudes y estrellas, y un Norte extraviado hacia el Sur de una astronomía encantada. Navegaciones, naufragios, tormentas y trombas marinas, intensos vórtices o torbellinos, avatares de narvales y sirenas. Las pancoras encostradas en una pleamar adormecida y sangrienta. El betumen, el fango abisal, la biocenosis de los infinitos y microscópicos esqueletos calcáreos que mañana serán calizas y luego mármoles, y devendrán el Antínoo Capitolino o el David de Michelangelo.

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