sábado, 23 de octubre de 2010

REINALDO ARENAS, IN MEMORIAN

Cuba será libre. Yo ya lo soy.

Reinaldo Arenas (i)


Lo mataste Fifo, lo borraste de su nombre, de sus difuntos, de su patria, lo torturaste Fifo hijo de la perra, lo violaste, lo incendiaste, lo dejaron irse por muerto tus perros hambrientos, tus quiltros ignorantes, Fifo de la gran Pe, lo mordieron, lo abusaron, y lo siguieron buscando, a ladridos, a espaldas del Che, con toda tu revolución sucia, revolcada en tus vómitos de traidor, de pobre tonto insuflado, lo capturaste, lo encerraste en tus mazmorras equivocadas, le quitaste la luna, el malecón, el sol estallado de su Habana Vieja, Fifo hijuna, lo emparedaste con voz y todo, lo asustaste, dejaste que lo vilipendiara tu corte de payasos, de mediocres esclavos cucaracha, de analfabetos verde oliva, de barbudos tontos, de héroes de tercera, de burócratas prostituidos, quisiste hacer lo mismo, Fifo matamigos, que con el Comandante del Pueblo, Señor de la Vanguardia y Héroe de Yaguajay; desaparecerlo, borrarlo, eliminarlo en la memoria de tu historia mísera de pequeños contubernios y miserias de patriarca, pero te equivocaste Fijo y la que te parió, porque él era más grande que tú, mucho más grande, más hombre, más persona, menos equivocado, por eso tus esbirros, tus sicarios, tus meros yanaconas de tres al cuarto nunca entendieron la luz que los cegaba cuando lo apaleaban, cuando lo encarcelaban, cuando lo dejaban muerto de silencio. Te equivocaste Fifo mendigo, viejo de mierda, sicótico egocéntrico, asesino por pena, por miedo, por envidia, porque él era celestino antes del alba, él pertenecía al mundo alucinante con el palacio de las blanquísimas mofetas y la vieja Rosa. Era otra vez el mar, y era Arturo, la estrella más brillante desde la loma del ángel. Era el asalto, el portero, el viaje a La Habana con el color del verano o ese nuevo jardín de las delicias. Él miraba con los ojos cerrados porque sabía como termina el desfile, él era el central, sentía la voluntad de vivir manifestándose, la necesidad de libertad, y porque vivió tu persecución de teatro barato supo irse antes que anochezca, porque tenia alas, porque su reino no era de este mundo tuyo; sucio, pervertido, traicionero, él era leve, frágil, él era un arcángel, Fifo sarnoso y mala leche, con él no pudiste, él te venció con su muerte y con su verbo, y te iras a la tumba tragándote tu diarrea, tu verborrea, tu enajenación de pequeño cacique, porque él sabía que era un “mal poeta enamorado de la luna, no tuvo más fortuna que el espanto; y fue suficiente pues como no era un santo sabía que la vida es riesgo o abstinencia, que toda gran ambición es gran demencia y que el más sórdido horror tiene su encanto.” (ii), y ese mal encanto y esa su gloria serán los gusanos que te coman, Fifo malparido, en el lodazal de tus indigencias de tirano malnacido, y su patria (que es también la tuya pero tampoco lo es) sabrá un día, mas temprano que tarde, que la pérdida que le duele es su voz cantarina siempre al borde el agua y no tu triste rabia de perro callejero. Vale.


(i) Reinaldo Arenas Fuentes fue un novelista, dramaturgo y poeta cubano. Nació en Aguas Claras el 16 de julio de 1943 y falleció en Nueva York el 7 de diciembre de 1990. Se destacó por su ataque directo al régimen comunista de Fidel Castro.

Arenas nació en el campo, en Aguas Claras (en la parte norte de la provincia de Oriente, Cuba), y más tarde su familia se mudó a Holguín. Su adolescencia campesina y precoz se vio marcada por el manifiesto enfrentamiento contra la dictadura de Batista. Colaboró con la revolución cubana, hasta que, debido a la exclusión a que fue sometido, optó por la disidencia. Su presencia pública e intelectual le granjeó marcadas antipatías en las más altas instancias del Estado, lo cual, unido a su homosexualidad, provocó una implacable y manifiesta persecución en su contra. En toda su vida, Arenas sólo pudo publicar un libro en Cuba: Celestino antes del alba. Reinaldo Arenas sufrió persecución no solamente por su abierta tendencia homosexual, sino por su resuelta oposición al régimen, que le cerró cualquier posibilidad de desarrollo como escritor e intelectual durante los años de mayor ostracismo cultural en la isla. Contemporáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fue encarcelado y torturado, llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo. Ello provocó, en la sensible personalidad del escritor, un arrepentimiento que fue más allá de los muros de la prisión de El Morro (entre 1974 y 1976), calando tan hondo en su corazón que acabó por odiar todo cuanto le rodeaba. En esta época escribió su autobiografía, titulada Antes que anochezca. Durante los años setenta, intentó en varias ocasiones escapar de la opresión política, pero falló. Finalmente en 1980 salió del país cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo de disidentes y otras personas consideradas indeseables por el régimen a través de Mariel. Por la prohibición que pesaba sobre su trabajo, Arenas no tenía autorización para salir, pero logró hacerlo cambiando su nombre por Arinas. Desplegó desde este momento, y en el exilio nunca aceptado de Nueva York, una profunda visión intelectual de la existencia enmarcada entre la expresión poética más hermosa y la más amarga derrota del desencanto. Estableció su residencia en Nueva York, donde en 1987 le fue diagnosticado el virus del sida. El 7 de diciembre de 1990, Arenas se suicidó. Envió a la prensa y a sus amigos una sentida carta de despedida, en la que culpaba a Fidel Castro de todos los sufrimientos que padeció en el exilio.

(ii) Fragmento del poema ‘Autoepitafio’, de Reinaldo Arenas.

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