miércoles, 22 de septiembre de 2010

MARES Y TERRITORIOS

“A Van Gogh bastaba con tener fe en el Girasol, para fijar su revelación.”

El reino de este mundo. Alejo Carpentier


Las aguas eran tan antiguas que sus sales se habían convertido en vidrio molido y en las noches de plenilunio imitaban las noctilucas de la Virgen del Carmen cabalgando las rompientes, y resplandecían a lo largo de la ola como un horizonte fosforescente o un relámpago tumbado de un celeste eléctrico que dejaba melancólicos a los timoneles y nostálgicos a los capitanes de mar haciéndolos encallar sus grandes naos en las arenas negras de las playas maternas en la inútil persecución de esa luz insoportable provocada por los infinitos reflejos de la luz de luna en los cristales de las sales cuajadas que arrastraba incesante el oleaje tumultuoso de ese ancho mar vetusto y desgastado. Los marineros mas viejos, hartos de navegaciones sin derrota, naufragios sin sentido y sirenas sin corazón, anclaron los navíos a contraluz de la declarada lunación dejándolos a la gira en medios de esas aguas mustias, lentas, que poseían la densidad de la sangre de los mártires y el aroma inconfundible de los secaderos de algas de sus terruños sureños donde fríos mares violentos y oscuros bosques hirsutos tocan sin cruzar las playas titanoferriferas con sus jeroglíficos de ultes y cochayuyos que contiene o poseen en sus arenas negras los detritos deslavados de las cordilleras volcánicas donde nacen los ríos vertiginosos, casi verticales, que urgen una continua disolución en el vientre del continente en erosión. De día la mar era tibia y monótona, con olitas de tímidos encajes y espumas verdosas en los bordes de su oleaje de acuario que urden un rosario profano con trozos de maderas rojas, azules blancas o amarillas, restos de lanchones naufragados contra los roqueríos basálticos, mondadas ramas de árboles ahogados en el ultimo aluvión, y cañas repartidas en un I Ching indescifrable que alguna pequeña furia marina descuajó desde los tristes cañaverales de las aguadas costeras donde los changos saciaban su sed pegajosa que le sangraba en los labios resecos después de sus arduas travesías tierra adentro tras la sílice y la obsidiana que florecían a varias lunas con sus soles en los ilimitados desiertos de ese norte atacameño.


Nota.- Cochayuyo / Ulte. Durvillea antarctica (Chamissso) Hariot.

Alga de hasta 15 m de largo, de color pardo verdoso o pardo amarillento, de superficie lisa y consistencia carnosa, que crece adherida por un ancho disco a las rocas sumergidas en el mar. Las frondas se originan de un estipe redondo, corto; son laminares, gruesas y coriáceas, de 3 a 12 cm de ancho, se dividen en segmentos delgados, que forman látigos de distinta longitud. Su parte más apreciada es el “ulte”, el segmento de la planta que media entre el disco con que ella se adhiere a la roca y la ramificación del vegetal.


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