“La escritura neobarroca es el intento por recuperar el sentido en la intensidad de una escritura que provoca una dimensión de visualidad imposible.” Sergio Rojas.
Surgidero de palomas sobre lo alto de sus escondidos cautiverios de sus comarcas de tejados balcones entretechos La Bethânia, serpiente su voz mordiendo piel músculo y deseo, todas las desolaciones abiertas, las heridas encendidas por la mordedura y la salazón invocaciones Hasta el borde de lo que no sé, orilla cauce azul zafiro granates incrustados en la profusión de grises, palomas ‘Busqué tus ojos adormilados de sirena encandilada por las costas borrascosas de los acantilados y los despeñaderos’ Siniestros celacantos deambulaban por tu saliva provocando dulces turbulencias estropicios de eriales y parajes sobre un códice manuscrito con la tinta negra de las tristezas y los desengaños Campanarios de bronces inertes alturas vértigos el yermo de la tarde desvencijada entre las calles murmuraciones de hibiscos y hiedras Espantos de grandezas de soslayos de misericordias, de violines y cantaros de abruptos designios Surgidero de pájaros en luna llena, desaguadero de los escarmientos de blasfemias, de secretos sacrilegios Martirios carencias y decoraciones arrebatos marcas cicatrices e iluminaciones las esencias del espliego azahares y juncos Objetos, cerámicas lozas cristales greda roja sangrienta joyeros desaparecidos perlas trepanaciones ‘Anduve en tus orillas confundido con los juncales sediento bebiendo de tus aguas detenidas’ Desagües cárcavas acequias fluyendo convergiendo derramando miel vino aceite vertientes pedregales de amapolas anaranjadas cuencos tejidos con amarillos cabellos del diablo vitrales de alas de libélulas Surubíes bajo los camalotes espineles mallas las redes de tres dedos avios de pesca la ranchada en una de las islas y los caprichos de las aguas boteros de otro sueño más antiguo palimpsesto Faro atalaya torre megalitos lontananzas de alta cetrería de incendiados horizontes vesperales de ocasos estallado en cirros ensangrentados Sonajera tamboril soñoliento de la danza de las madrugadas los perfiles las siluetas los escorzos Vestiglos y endriagos túmulos pedrería el crisma del verde pasto verde naranjo verdes rosales verde profundo materno doliente Por el filo de aciagas escarpaduras de bruces ante desgarrados precipicios absorto en desesperos en urgencias en un nocturno sagrado en la oquedad de tus brazos Lo perdido, Bahia, una ventana al mar tibio del amanecer equivocado Los incrementos del día un pez de cuerno unas aves de mimbre el cabello cobrizo detentado por las esquinas El código ya indescifrable escrito en las caparazones rígidas segmentadas calcáreas de los oniscídeos Una secuencia de bocas voces y besos un altar un féretro una pena el amigo que no escribe porque no existe o viceversa cierta prescripción y tal. Vale.
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