domingo, 5 de abril de 2009

PROLEGOMENO



El Surrealismo Neobarroco es una corriente literaria cuyos rasgos principales son la deformación poética de la realidad por una acción fantástica descrita de un modo excesivamente recargado de imágenes, metáforas y adjetivaciones dentro de una narrativa breve y puntual. En sus textos la trama suele ser un aspecto secundario y hay un evidente predominio de la búsqueda de imágenes hermosas, maravillosas, asombrosas y siempre inquietantes, las que provienen de muy diversos campos del conocimiento. Hay un exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, siendo claramente un arte "elaborado". La fantasía y la imaginación son evocadas en el lector, abusando del abundante el uso de la metáfora y la alegoría, sin correcciones racionales, utilizando las imágenes para expresar emociones, pero sin seguir nunca un razonamiento lógico. Tiene una vocación libertaria sin límites buscando la exaltación de los procesos oníricos, del humor corrosivo y de la pasión erótica, concebidos como armas de lucha contra las obviedades de la literatura actual. Abunda en lo onírico, lo fantasioso a partir de objetos reales, la terminología científica, real o inventada, la cultura de las artes y las ciencias, y no es raro encontrar en estos textos el material de las pesadillas. Sus textos son en general breves y compactos, sin separación de párrafos, como la corriente de conciencia de quien describe un sueño o una pesadilla, o el monologo insensato pero maravilloso de un loco. Sus ancestros literarios se pueden encontrar en el Fíton de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, en el Aleph de Jorge Luis Borges y en El Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez. Y sus raíces visuales en Hyeronimus Bosch y Salvador Dalí. Es en resumen una orgía de imágenes que asombran, asustan, inquietan, maravillan, un delirio onírico hilvanado sutilmente mediante la sola palabra a la realidad, que todos vemos burda y opaca y el poeta brillante y misteriosa. Posee una tendencia a las variaciones sobre un tema hasta su agotamiento, o en la búsqueda reiterativa de la perspectiva mas adecuada para su exposición. Está claramente más cerca del barroco hispanoamericano que del realismo mágico. El Surrealismo Neobarroco se escribe con absoluta impunidad, y con toda la transtextualidad necesaria, y corresponde a una literatura elitista, apolítica, fuera de la realidad, no comprometida, una literatura que se escribe y se lee desde una aislada y altísima torre de marfil, y que es, esencialmente, un mero juego (inútil) de palabras bonitas. Su literatura tiende a ser, en la medida de lo posible, arcaica, barroca, rebuscada, demanda el asombro no la emoción, todo forma y nada de fondo, capaz de crear un (o muchos) Universo caprichoso, ni siquiera paralelo, sino absolutamente diverso al Universo del infatuado escritor o del asustado lector. Esta literatura está, o lo mas alejada posible de la brutal realidad, o interviene en ella poetizando sus miserias como si fueran burbujas de jabón, iridiscentes pero esencialmente inútiles. Esto basándose en que si algún lector extraviado desea aprehender la realidad, puede fácilmente acceder al periódico de su gusto, diariamente y por unas pocas monedas y allí encontrara sin más, la (su) miserable realidad. Es una literatura tal que trata de transplantar la forma sobre otra materia; en otros, de desarrollar los armónicos de base; en otros, de añadir una voz a una armonía y en otros, como en la variación jazzística, de dar ‘swing’ a la materia misma. Una literatura tan ultratransgresiva (Ultra = mas allá de; Trangresiva = que traspasa los limites) que va mas allá de mas allá de los limites, es decir la nada misma, el ámbito del sagrado vacío y la mítica soledad. Tan más allá, que si el Universo es curvo, como soñamos, al transgredir el presente e ir hacia el futuro alcanza a volver por el pasado. Pues bien, en este contexto, quiere ser un Warm Hole literario, un atajo desde el Aquí y Ahora hasta el Aquí y Ahora, pero cruzando por el proyectado futuro y el confirmado pasado. En fin, una literatura que pretende estar solo comprometida con la literatura, y a la que le basta, simplemente, con ser leída. Y por ultimo, en las palabras de Francisco Antonio Ruiz Caballero (i), profeta del Surrealismo Neobarroco, “Venga, animaros, queremos ver esos híbridos, esos mutantes, esas paradojas, esas contradicciones, vivientes o no vivientes, reales o no reales, geográficas, zoológicas, o botánicas, humorísticas o dramáticas, tragicómicas o comicotrágicas, bicéfalas o cuasiinoportunas, mixtas o seudoarquetípicas, contrahechas o bienhechas. Trihibridas o polimorficas, imaginarias o reales. En la frontera o en el submundo, llegando al subuniverso o conquistando el suprauniverso. Curvilíneas o semirrectas. Etc, etc, etc.”

(i) A usted, Ruiz Caballero, heresiarca de los cybercafe sevillanos, biólogo del barroco, suma de infinitos enciclopedistas surrealistas, mezcla rara de Gabriel García Márquez y Hieronymus Bosch, de Borges y Cervantes, de Kafka y Cortazar; a usted, Ruiz Caballero, lo veo ante todo como un Gran Poeta.
Y luego así: arbitrario, descarado, sexual, desaforado, soberbio, mágico, triunfante, hiperimaginativo, inseguro, fracasado, magnífico, infeliz, limitado, infantil y genial.
Un tal F.S.R.Banda

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