sábado, 12 de septiembre de 2009

DESTRUCCION DE BABILONIA


Revelación 16:16

Se oyó una voz potente que provenía del Templo y ordenaba a los siete castigadores: "Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Él", y se derramó una copa sobre la tierra, provocando una llaga maligna y dolorosa en todos los hombres que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen. Y se derramó enseguida otra copa sobre el mar y lo convirtió en sangre pereciendo todos los seres vivientes que había en el mar, y vino luego el derrame de otra copa sobre los ríos y sobre los manantiales, y estos se convirtieron también en sangre, y se oyó al dueño de las aguas que decía: "Tú, el que es y el que era, el Hacedor y Dueño, obras con justicia al castigarlos así: se merecían que les dieras de beber la misma sangre de los santos y de los profetas que ellos han derramado". Y se escuchó otra vez desde el altar, que alguien decía: "Sí, Señor, Detentador todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos". Y se derramó otra copa sobre el sol, y se le permitió quemar a los hombres con fuego y los hombres fueron abrasados por un calor ardiente, pero en lugar de arrepentirse y dar gloria a Él, blasfemaron contra su Nombre, que tiene poder sobre estas plagas, y he aquí que otra copa se derramó sobre el trono de la Bestia, y su reino quedó sumergido en tinieblas mientras los hombres se mordían la lengua de dolor, pero en lugar de arrepentirse de sus obras, siguieron blasfemando contra Él, a causa de sus dolores y de sus llagas, y vino entonces el derrame de la penúltima copa sobre el gran río y sus aguas se secaron, dejando paso libre a los reyes de los enemigos, y finalmente se derramó la ultima copa en el aire, y desde el Templo resonó una voz potente que venía del trono y decía: "Ya está". Y hubo relámpagos, voces, truenos y un violento terremoto como nunca había sucedido desde que los hombres viven sobre la tierra. La gran Ciudad se partió en tres y las ciudades paganas se derrumbaron. Todas las islas desaparecieron y no se vieron más las montañas. Cayeron del cielo sobre los hombres piedras de granizo que pesaban unos cuarenta kilos, y ellos continuaron blasfemaron contra Dios por esa terrible plaga. Entonces cuando sol asomaba sobre el horizonte Él hizo llover azufre y fuego y arrasó aquella ciudad y todo lo habido a la redonda con todos los habitantes de la ciudad y la vegetación del suelo. Al mirar después de aquellos eventos, solo se veía que subía de la tierra una humareda como la de una gran fogata.

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